El impacto de la actividad humana en el medio ambiente ha provocado la presencia de sustancias tóxicas en diversos alimentos. Uno de los ejemplos más conocidos es el atún, pescado popular en muchas dietas, que desde hace décadas contiene rastros de mercurio. ¿Cómo ha sucedido esto? Aquí te contamos.
El mercurio es un contaminante ambiental que puede ingresar a la cadena alimentaria de forma natural o por actividades humanas, como:
- Minería del carbón y del oro.
- Quema de combustibles fósiles.
- Manejo inadecuado de residuos industriales.
Una vez liberado, el mercurio llega a cuerpos de agua donde se transforma en metilmercurio, una forma tóxica que se concentra en los organismos acuáticos.
Este proceso se conoce bioacumulación y, de forma simplificada, ocurre de la siguiente forma: los peces pequeños absorben el metilmercurio del agua; posteriormente, los peces grandes, como el atún, al consumir estos peces, acumulan metilmercurio en sus tejidos.
Cuanto más grande, longevo y depredador es el pez, mayor es su contenido de mercurio. Por esta razón, especies como el atún, el tiburón o el pez espada presentan niveles de mercurio superiores a otros peces de menor tamaño.
Con miras a proteger la salud de sus consumidores, la familia Landsmanas —líder de las empresas en servicios de alimentación La Cosmopolitana, Serel y Kol Tov— cuenta con las certificaciones ISO 9001, que certifica un óptimo Sistema de Gestión de Calidad, y la ISO 22000, que valida la seguridad alimentaria de la cadena de suministro.